Y por si fuera poco, ahora, también sabemos que ¡fuma! Pero Zayn, que es malo para la salud... ¡Qué haremos con este chico! Zayn ya se ha coronado como el chico malo de los One Direction. ¿Os gusta?
‘chico de la banda’ no
es algo que se quiera ser en 2012, especialmente cuando se sabe cómo
termina invariablemente: inflados álbumes número tres, cuatro y cinco,
luchas internas dentro del grupo, el incumplido deseo de ser tomado en
serio.
Y sigue, todavía, con la creciente rigidez de los miembros, desde el
sueño dorado al acartonamiento. El esquema no es tanto un esqueleto al
que se puede revestir de nueva piel y carne como una carrera
predeterminada que ofrece respuestas mucho antes de que se formulen
preguntas.
Todas esas etapas pueden recorrerse velozmente, también, y parece que
One Direction está corriendo a través de su período de gestación en pos
de la magia que aguarda del otro lado. La banda lanzó su segundo álbum,
‘Take Me Home’ (Syco/Columbia), apenas un año después del primero, que
ya ha ganado el disco de platino (ocho meses si se tienen en cuenta las
fechas de lanzamiento en
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/entretenimiento/musica-One_Direction-pop_0_814718672.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
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fenómeno juvenil
británico
Un álbum que pretende. Mucho constituye un empeño de ser tomado en serio
y una manera de fallar. Movieweb
Ampliar
Un álbum que pretende. Mucho constituye un empeño de ser tomado en serio
y una manera de fallar.
Tiempo de lectura: 4' 30'' No. de palabras: 731
El País de Uruguay, GDA Jueves 22/11/2012
Un ‘chico de la banda’ no es algo que se quiera ser en 2012,
especialmente cuando se sabe cómo termina invariablemente: inflados
álbumes número tres, cuatro y cinco, luchas internas dentro del grupo,
el incumplido deseo de ser tomado en serio.
Y sigue, todavía, con la creciente rigidez de los miembros, desde el
sueño dorado al acartonamiento. El esquema no es tanto un esqueleto al
que se puede revestir de nueva piel y carne como una carrera
predeterminada que ofrece respuestas mucho antes de que se formulen
preguntas.
Todas esas etapas pueden recorrerse velozmente, también, y parece que
One Direction está corriendo a través de su período de gestación en pos
de la magia que aguarda del otro lado. La banda lanzó su segundo álbum,
‘Take Me Home’ (Syco/Columbia), apenas un año después del primero, que
ya ha ganado el disco de platino (ocho meses si se tienen en cuenta las
fechas de lanzamiento en EE.UU.).
Es enloquecedor a un nivel algo más bajo, pero no mucho, que Justin
Bieber o Taylor Swift, un generador de histeria para adolescentes de
sexo femenino que aún no han decidido que la histeria no les sienta.
One Direction tendrá pronto su propia tienda en la Herald Square de
Nueva York. También se dispone a filmar una película, naturalmente en
3D, que será dirigida por Morgan Spurlock. Ya ha firmado contrato para
conciertos en grandes espacios como el Madison Square Garden, y
solamente necesita material.
Las canciones, bueno, son apenas el carbón que mantiene el navío en
movimiento. Y ‘Take Me Home’ muestra lo que pasa cuando la delantera del
equipo está en piloto automático y la defensa hace todas las jugadas.
El futuro
Dicho esto, no es imposible que la música de One Direction tenga futuro,
nueva variante de los tradicionales arquetipos ‘teen-pop’ o incluso
algo un poco más inteligente, como lo fue el debut del grupo ‘Up All
Night’. Pero este nuevo álbum es más mecánico que el anterior.
Incluso en sus mejores momentos, ‘Take Me Home’ resulta rítmicamente
poco sofisticado y más limpio que mucho producto pop de la empresa
Disney. Todos los integrantes de la banda (Harry Styles, Niall Horan,
Zayn Malik, Louis Tomlinson, Liam Payne) tienen voces diferentes pero
básicamente intercambiables. Solamente Malik se distancia vocalmente del
resto con cierta regularidad.
Las estrofas de muchas canciones son las mismas, pop metronómico con
resonancias rockeras. A veces, como en Live While We’re Young y Last
First Kiss, proporcionan una suerte de satisfacción similar a la de la
comida rápida, robusta, familiar y nada problemática. En muchos casos,
el modo como suenan las sílabas es más importante que lo que se dice.
Las canciones producidas por Julian Bunetta, que conceden mayor margen a
la respiración y dan a los cantantes la oportunidad de lucirse
vocalmente, están entre las mejores del álbum, especialmente la
triunfalmente caótica I Would, con su reconocimiento “no puedo competir
con tu novio, tiene 27 tatuajes”.
Dada la fragilidad del material, uno termina fijándose en cuáles
canciones contienen las alusiones más picarescas. “Si no quieres hacerlo
lentamente/ Y no quieres llevarme a casa/ Baby, di yeah, yeah, yeah,
yeah, yeah”, cantan los muchachos en Kiss You. Ya tienen dos álbumes en
su haber, y One Direction no ha mostrado mucho interés en salir de su
espacio particular.
Más alternativas
Otras direcciones. Tal vez el inteligente ‘club-soul’ de Jessie Ware, o
la sensual danza pop de Katy B, o estilos americanos más tradicionales.
En el lado luminoso, hay todavía muchos errores que pueden cometer.
Coherencia. El curioso énfasis en los esquemas rítmicos de la música de
Ed Sheeran resultan inusualmente grumosos en manos de un grupo tan
pulido como One Direction. También les da a los muchachos canciones que
de ningún modo parece que hubieran sido pensadas para ellos.
Ejemplo. Es lo que ocurre con el tema Little Things, que parece escrita
para una pareja en crisis de edad mediana: “Tú sabes que nunca quise
las arrugas en tus ojos/Cuando sonríes, te gustaron tu estómago o tus
muslos/Los hoyuelos en tu espalda al final de la columna/Pero los he
querido siempre”.
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fenómeno juvenil
británico
Un álbum que pretende. Mucho constituye un empeño de ser tomado en serio
y una manera de fallar. Movieweb
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Un álbum que pretende. Mucho constituye un empeño de ser tomado en serio
y una manera de fallar.
Tiempo de lectura: 4' 30'' No. de palabras: 731
El País de Uruguay, GDA Jueves 22/11/2012
Un ‘chico de la banda’ no es algo que se quiera ser en 2012,
especialmente cuando se sabe cómo termina invariablemente: inflados
álbumes número tres, cuatro y cinco, luchas internas dentro del grupo,
el incumplido deseo de ser tomado en serio.
Y sigue, todavía, con la creciente rigidez de los miembros, desde el
sueño dorado al acartonamiento. El esquema no es tanto un esqueleto al
que se puede revestir de nueva piel y carne como una carrera
predeterminada que ofrece respuestas mucho antes de que se formulen
preguntas.
Todas esas etapas pueden recorrerse velozmente, también, y parece que
One Direction está corriendo a través de su período de gestación en pos
de la magia que aguarda del otro lado. La banda lanzó su segundo álbum,
‘Take Me Home’ (Syco/Columbia), apenas un año después del primero, que
ya ha ganado el disco de platino (ocho meses si se tienen en cuenta las
fechas de lanzamiento en EE.UU.).
Es enloquecedor a un nivel algo más bajo, pero no mucho, que Justin
Bieber o Taylor Swift, un generador de histeria para adolescentes de
sexo femenino que aún no han decidido que la histeria no les sienta.
One Direction tendrá pronto su propia tienda en la Herald Square de
Nueva York. También se dispone a filmar una película, naturalmente en
3D, que será dirigida por Morgan Spurlock. Ya ha firmado contrato para
conciertos en grandes espacios como el Madison Square Garden, y
solamente necesita material.
Las canciones, bueno, son apenas el carbón que mantiene el navío en
movimiento. Y ‘Take Me Home’ muestra lo que pasa cuando la delantera del
equipo está en piloto automático y la defensa hace todas las jugadas.
El futuro
Dicho esto, no es imposible que la música de One Direction tenga futuro,
nueva variante de los tradicionales arquetipos ‘teen-pop’ o incluso
algo un poco más inteligente, como lo fue el debut del grupo ‘Up All
Night’. Pero este nuevo álbum es más mecánico que el anterior.
Incluso en sus mejores momentos, ‘Take Me Home’ resulta rítmicamente
poco sofisticado y más limpio que mucho producto pop de la empresa
Disney. Todos los integrantes de la banda (Harry Styles, Niall Horan,
Zayn Malik, Louis Tomlinson, Liam Payne) tienen voces diferentes pero
básicamente intercambiables. Solamente Malik se distancia vocalmente del
resto con cierta regularidad.
Las estrofas de muchas canciones son las mismas, pop metronómico con
resonancias rockeras. A veces, como en Live While We’re Young y Last
First Kiss, proporcionan una suerte de satisfacción similar a la de la
comida rápida, robusta, familiar y nada problemática. En muchos casos,
el modo como suenan las sílabas es más importante que lo que se dice.
Las canciones producidas por Julian Bunetta, que conceden mayor margen a
la respiración y dan a los cantantes la oportunidad de lucirse
vocalmente, están entre las mejores del álbum, especialmente la
triunfalmente caótica I Would, con su reconocimiento “no puedo competir
con tu novio, tiene 27 tatuajes”.
Dada la fragilidad del material, uno termina fijándose en cuáles
canciones contienen las alusiones más picarescas. “Si no quieres hacerlo
lentamente/ Y no quieres llevarme a casa/ Baby, di yeah, yeah, yeah,
yeah, yeah”, cantan los muchachos en Kiss You. Ya tienen dos álbumes en
su haber, y One Direction no ha mostrado mucho interés en salir de su
espacio particular.
Más alternativas
Otras direcciones. Tal vez el inteligente ‘club-soul’ de Jessie Ware, o
la sensual danza pop de Katy B, o estilos americanos más tradicionales.
En el lado luminoso, hay todavía muchos errores que pueden cometer.
Coherencia. El curioso énfasis en los esquemas rítmicos de la música de
Ed Sheeran resultan inusualmente grumosos en manos de un grupo tan
pulido como One Direction. También les da a los muchachos canciones que
de ningún modo parece que hubieran sido pensadas para ellos.
Ejemplo. Es lo que ocurre con el tema Little Things, que parece escrita
para una pareja en crisis de edad mediana: “Tú sabes que nunca quise
las arrugas en tus ojos/Cuando sonríes, te gustaron tu estómago o tus
muslos/Los hoyuelos en tu espalda al final de la columna/Pero los he
querido siempre”.
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Un ‘chico de la banda’
no es algo que se quiera ser en 2012, especialmente cuando se sabe cómo
termina invariablemente: inflados álbumes número tres, cuatro y cinco,
luchas internas dentro del grupo, el incumplido deseo de ser tomado en
serio.
Y sigue, todavía, con la creciente rigidez de los miembros, desde el
sueño dorado al acartonamiento. El esquema no es tanto un esqueleto al
que se puede revestir de nueva piel y carne como una carrera
predeterminada que ofrece respuestas mucho antes de que se formulen
preguntas.
Todas esas etapas pueden recorrerse velozmente, también, y parece que
One Direction está corriendo a través de su período de gestación en pos
de la magia que aguarda del otro lado. La banda lanzó su segundo álbum,
‘Take Me Home’ (Syco/Columbia), apenas un año después del primero, que
ya ha ganado el disco de platino (ocho meses si se tienen en cuenta las
fechas de lanzamiento en EE.UU.).
Es enloquecedor a un nivel algo más bajo, pero no mucho, que Justin
Bieber o Taylor Swift, un generador de histeria para adolescentes de
sexo femenino que aún no han decidido que la histeria no les sienta.
One Direction tendrá pronto su propia tienda en la Herald Square de
Nueva York. También se dispone a filmar una película, naturalmente en
3D, que será dirigida por Morgan Spurlock. Ya ha firmado contrato para
conciertos en grandes espacios como el Madison Square Garden, y
solamente necesita material.
Las canciones, bueno, son apenas el carbón que mantiene el navío en
movimiento. Y ‘Take Me Home’ muestra lo que pasa cuando la delantera del
equipo está en piloto automático y la defensa hace todas las jugadas.
El futuro
Dicho esto, no es imposible que la música de One Direction tenga futuro,
nueva variante de los tradicionales arquetipos ‘teen-pop’ o incluso
algo un poco más inteligente, como lo fue el debut del grupo ‘Up All
Night’. Pero este nuevo álbum es más mecánico que el anterior.
Incluso en sus mejores momentos, ‘Take Me Home’ resulta rítmicamente
poco sofisticado y más limpio que mucho producto pop de la empresa
Disney. Todos los integrantes de la banda (Harry Styles, Niall Horan,
Zayn Malik, Louis Tomlinson, Liam Payne) tienen voces diferentes pero
básicamente intercambiables. Solamente Malik se distancia vocalmente del
resto con cierta regularidad.
Las estrofas de muchas canciones son las mismas, pop metronómico con
resonancias rockeras. A veces, como en Live While We’re Young y Last
First Kiss, proporcionan una suerte de satisfacción similar a la de la
comida rápida, robusta, familiar y nada problemática. En muchos casos,
el modo como suenan las sílabas es más importante que lo que se dice.
Las canciones producidas por Julian Bunetta, que conceden mayor margen a
la respiración y dan a los cantantes la oportunidad de lucirse
vocalmente, están entre las mejores del álbum, especialmente la
triunfalmente caótica I Would, con su reconocimiento “no puedo competir
con tu novio, tiene 27 tatuajes”.
Dada la fragilidad del material, uno termina fijándose en cuáles
canciones contienen las alusiones más picarescas. “Si no quieres hacerlo
lentamente/ Y no quieres llevarme a casa/ Baby, di yeah, yeah, yeah,
yeah, yeah”, cantan los muchachos en Kiss You. Ya tienen dos álbumes en
su haber, y One Direction no ha mostrado mucho interés en salir de su
espacio particular.
Más alternativas
Otras direcciones. Tal vez el inteligente ‘club-soul’ de Jessie Ware, o
la sensual danza pop de Katy B, o estilos americanos más tradicionales.
En el lado luminoso, hay todavía muchos errores que pueden cometer.
Coherencia. El curioso énfasis en los esquemas rítmicos de la música de
Ed Sheeran resultan inusualmente grumosos en manos de un grupo tan
pulido como One Direction. También les da a los muchachos canciones que
de ningún modo parece que hubieran sido pensadas para ellos.
Ejemplo. Es lo que ocurre con el tema Little Things, que parece escrita
para una pareja en crisis de edad mediana: “Tú sabes que nunca quise
las arrugas en tus ojos/Cuando sonríes, te gustaron tu estómago o tus
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termina invariablemente: inflados álbumes número tres, cuatro y cinco,
luchas internas dentro del grupo, el incumplido deseo de ser tomado en
serio.
Y sigue, todavía, con la creciente rigidez de los miembros, desde el
sueño dorado al acartonamiento. El esquema no es tanto un esqueleto al
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preguntas.
Todas esas etapas pueden recorrerse velozmente, también, y parece que
One Direction está corriendo a través de su período de gestación en pos
de la magia que aguarda del otro lado. La banda lanzó su segundo álbum,
‘Take Me Home’ (Syco/Columbia), apenas un año después del primero, que
ya ha ganado el disco de platino (ocho meses si se tienen en cuenta las
fechas de lanzamiento en EE.UU.).
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